Agradecemos la colaboración de Javier Álvarez Lozano, Comunicador Social, docente Universitario.
El protocolo se adapta a los cambios, pero sigue vigenteDe lo anterior se deduce que en el protocolo todo es rígido, antiguo, acartonado, rutinario y sin sentido, debido a que las personas que trabajamos esa disciplina no generamos cultura protocolar con pedagogía, y tampoco comunicamos que en el protocolo existen al menos dos posibilidades para darle solución a aquello que se presenta en forma coyuntural.
Veamos dos ejemplos donde el protocolo se adapta a las situaciones del momento: todo evento debe iniciarse a la hora citada, pero igualmente se permite una espera de quince minutos, indicando el motivo de no empezar a tiempo. Salirse de estas dos opciones es irrespetar a los invitados.
Una segunda situación se da cuando una autoridad no puede asistir al evento.
La opción es que esa persona delegue en alguien que realmente lo represente, y así la ausencia del titular es menos notoria.
En los casos anteriores hay amabilidad, hay respeto, hay buena costumbre, y todo ello adaptado a un mundo cambiante para afirmar que el protocolo requiere flexibilidad, pero demanda rigurosidad.
Pensemos en el protocolo como un elemento amigable y no como algo que se quedó rezagado, que estorba y que no soluciona nada.