7/07/2008

"La ordinariez del protocolo"

Tomado del periódico La Crónica, de Quindío
Por: Crónica 2008.07.06

Sobre el escrito siguiente, hecho por el director de La Crónica, debemos decir que es necesario respetar las sillas que la organización ha dispuesto para las autoridades y que no se deben reservar tantas si no nos han confirmado ese número de personas porque la imagen que presentará el auditorio será deplorable con muchas sillas vacías.

"Para que sea manifiesta la decencia es necesario que los actos oficiales no sigan rompiendo las normas del protocolo que en el Quindío desafía constantemente la lagartería oficial. Hay que mejorar los programas oficiales de la ciudad y el departamento. El curso favorable de las cosas, el éxito en lo que se emprende, el enriquecimiento progresivo de la sociedad —en el menos materialista de los conceptos— se consigue con más facilidad en el marco de la caballerosidad y la decencia. Pero una cosa es la proverbial hospitalidad del Quindío conocida y sabida por todos y otra los excesos ventijulieros que hostigan y contradicen el espíritu del protocolo oficial. Pocos actos se caracterizan en Armenia conforme a las reglas del protocolo.Las templos, los auditorios, teatros o escenarios públicos o privados que suelen escogerse en la ciudad para el desarrollo de los eventos o actos oficiales se convierten en bien inmueble del que se hacen dueños los encargados del protocolo. Las más elementales normas establecen o señalan que en los actos oficiales habrá un lugar en el que están los protagonistas o actores del acontecimiento.Unos mínimos espacios o puestos, serán para los invitados, aquellas personas bajo cuya responsabilidad se soporta la representación legal de la o las instituciones llamadas o invitadas al acto. Así por ejemplo, habrá un puesto para cada uno de los representantes de la asamblea y el concejo de la ciudad en cuyos casos sus representantes serán el presidente de la corporación y/o la persona que sea designada para representarla. Aquí se le impide al respetable público hacer uso de los espacios públicos; “Todos están ocupados”. Son para los diputados y los concejales y entonces el ciudadano del común que quiso concurrir a la ceremonia por su carácter de evento público, no tiene donde sentarse. Están ocupadas las sillas o separadas para los diputados y concejales que no asisten. El protocolo que no se aplica en el Quindío en los términos de su normatividad es el conjunto de normas o reglas de cortesía y urbanidad que deben aplicarse en los ceremoniales públicos o privados. Es una regla ceremonial que procede de la diplomacia, por lo tanto diplomática o palatina, pero que está establecida para que prevalezca en los actos; para que se noten e impongan las mejores costumbres.Los puntos en un programa se consignan en su agenda de conformidad con los rigores del protocolo establecido. Aquí ni se usa ni se hace, pero se presume. Y en la presunción equivocada de un buen protocolo se desvirtúa casi siempre la esencia, valor y significado de los actos oficiales.Aunque parezca poco importante, insignificante e innecesario un buen protocolo hace más amenos los actos y más agradables a quienes concurren a ellos con el espíritu cívico que enmarca los valores ciudadanos y de los cuales surgen actitudes esenciales para la buena convivencia. En los actos oficiales un buen manejo del protocolo es esencial para la vida pública. Una buena organización deja explorar el conocimiento de sus organizadores y la importancia del acontecimiento al cual se asiste.Pero es que además las viejas costumbres de la austeridad y la templanza por las que tantas veces hemos abogado, deben imponerse por encima de los actos de mala educación. Como los que suelen cometer organizadores de programas públicos que por su incapacidad agotan y cierran el paso a la práctica de los buenos modales. Esta práctica debiera imponerse en todos y cada uno de los actos cívicos y sociales, políticos o administrativos de la vida regional.Se requiere de un protocolo oficial que contribuya a educar en el civismo y vale afirmar entonces que no importa tanto decir en qué consiste el civismo, como hacer ciudadanos. Tenemos que educarnos y educar en el civismo. El civismo es la producción social de seres humanos responsables".